
Si se concentraba hasta podía oír las olas, pero estaba en la montaña y aquellas piedras no podían estar saladas, "auque la sal debería estar en los genes de las piedras" pensó.
Era feliz mientras Elena cantaba una letra desconocida usando el "nanananananana".
Y se veía la luna, le gustaba que se viera la luna de día, era como la uña de una mano que rozara una cerámica celeste.
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