Paseaba por León
helada como nunca,
como a veces,
como pocas veces.
Y pensaba en ti
y en todos los que no eras tú,
tus pies y sus manos
tu nariz y su boca
tu color de pelo y su calva
su prosa y tu tono al cantar
tus angustias y su goce...
Y ya en el coche, el cielo es naranja
y no hay ni rastro de ninguno de vosotros.
Ahí todo se pierde...
ResponderEliminarBesos