Y ella mordió el anzuelo
verde y ácido,
y se tuvieron
que tapar los cuerpos.
La pulsión les llenó la boca,
la mirada y el sexo.
Fue el comienzo de la estirpe,
y el adiós a la camada.
El pecado original
o la falta constitutiva,
la complitud delirada
que nunca existió,
o existió tan lejanamente
que ya no sirve.
Nos queda el mito primigenio
gracias a la subversión de Eva.
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